martes, 6 de octubre de 2009

Pepita, la mujer más famosa del hampa

MARGARITA DI TULIO, MÁS CONOCIDA COMO PEPITA LA PISTOLERA
Fue involucrada en el caso Cabezas. Regenteó cabarets en La Feliz, donde vivió y murió



"No podés contar toda la vida con detalles porque sería apología del delito". Con esa frase, Margarita Graziana Di Tullio resumió su vida ante el periodista Cristian Alarcón, en una entrevista realizada en 1997. Consiguió su alias de "Pepita la Pistolera" en 1969, cuando con su pareja Oscar Pérez asaltaba parejas que noviaban, y ella bien armada: una pistola en cada mano. Su nombre (y su apodo) circuló desde entonces en las crónicas policiales. Una vez por balear a un grupo de ladrones que intentó asaltarla; más tarde al ser detenida junto a dos hombres, bautizados como Los Pepitos y acusados por el crimen de José Luis Cabezas, aunque eran simples perejiles; también la investigaron por un crimen del ficticio Loco de la Ruta que la policía marplatense inventó para asesinar prostitutas que no pagaban coima. La última vez su nombre figuró en los medios de rebote: cuando su hermana delató a su esposo Alberto de La Torre y permitió su detención por el asalto al Banco Río de Acasusso, en 2006. "Los Di Tullio no somos buchones", le recriminó públicamente Margarita. En La Feliz, Pepita regenteaba varios cabarets. Tras la muerte de uno de sus hijos comenzó a viajar a San Juan, donde tuvo un derrame cerebrovascular que la postró. El miércoles 30 de septiembre, Margarita Di Tullio murió en Mar del Plata. Tenía 61 años. La despidieron con música de Sandro y bebiendo champán. Así lo había ordenado.

EL HAMPA. –¿Cuándo cometió su primer delito?
–A los siete años. Le robaba a la gruta de Lourdes todo lo que los giles de los católicos le dejaban. Cuando mi vieja empezó a sospechar porque tenía demasiada suerte, caminaba con ella del brazo, tiraba el afano en la vereda y decía: "Uy, mami, mirá, ¿qué es eso?" Así lo blanqueaba.
El diálogo, plasmado en una excelente entrevista de Alarcón publicada en mayo del '97 por Página/12, cuenta en primera persona los inicios en el hampa de Margarita Di Tullio. A él le contó que la primera banda que integró fue la de un grupo de amigos chorros al terminar la secundaria.
Di Tullio era brava y después de lidiar con su padre toda la adolescencia, abandonó su casa y se zambulló en el mundo del delito. Alos 18 años cayó por primera vez por robo automotor. Pasó cuatro años en la cárcel de Dolores. Salió a los 22 y siguió.
En 1976 se juntó con un marinero, Guillermo Schilling, un ex montonero que le juró dejar la "orga" si ella se alejaba del hampa. Él cumplió. Ella a medias. Tuvieron tres hijos.
Con él vivía cuando el 20 de agosto de 1985 volvió a aparecer en los medios, reforzando su apodo. Esa noche tres hombres entraron en su departamento de Marcelo T. de Alvear al 200 y la sorprendieron cuando dormía con su esposo. Ella ofreció el dinero que tenían, pero los ladrones querían más y amenazaron con violarla y hacer lo mismo con sus hijos. Margarita estalló.
Mientras su marido forcejeaba con un tipo, Di Tullio sacó una pistola y los mató uno por uno. Ella recibió un disparo en la pierna. "Yo pensé que nunca iba a matar a nadie. Odio a la persona que mata", le confesó a Alarcón.
Di Tullio pasó 15 días detenida por exceso en la legítima defensa. Desde esos homicidios el alias Pepita La Pistolera fue para siempre su apodo. Nunca le gustó.
Diez años después murió su marido y Margarita comenzó a salir con Pedro Villegas, con quien volvió a aparecer en las crónicas policiales por tenencia de cocaína.

CABEZAS. El 25 de enero de 1997 el reportero gráfico José Luis Cabezas fue asesinado en Pinamar. La necesidad del ex gobernador Eduardo Duhalde de resolver el escándalo político pergeñó el más exagerado invento de la Bonaerense: con una declaración ficticia de Carlos Redruello, la Policía y el juez de la causa, José Luis Machi, encerraron cinco perejiles que fueron bautizados como la banda Los Pepitos. Eran Margarita Di Tullio, su novio Pedro Villegas y otros tres amigotes del puerto marplatense. Estuvieron detenidos durante más de dos meses.
Margarita fue acusada de ser la "instigadora del crimen" y los hombres, de ser los autores materiales.
En 1997, cuando fue detenida, Di Tullio se movía en el submundo de la noche, pero se había alejado del delito: regenteaba dos prostíbulos en el puerto marplatense. Esa era su única actividad.
El juez Machi la procesó con la hipótesis de que Cabezas los había intentado extorsionar y que por eso lo habían matado.
Pero en marzo del '97 se supo que un testigo de identidad reservada había declarado que a Redruello le habían pagado 10 mil dólares para que ensuciara a Los Pepitos. Luego se conocerían todos los detalles de la mentira.

FAMA. Los andares de Margarita por los pasillos de la Justicia no terminaron con José Luis. Años más tarde, Di Tulio fue condenada a tres años de prisión en suspenso por cohecho, en una causa que derivó en la destitución del juez marplatense Jorge García Collins.
La madama marplatense tenía los teléfonos pinchados luego que María del Carmen Leguizamón, una prostituta de 26 años que frecuentaba su cabaret, apareciera descuartizada por el Loco de La Ruta. Lo que escucharon los detectives no sirvió para el caso, pero pusieron en evidencia las conversaciones que tenía con el juez para "pagar" la salida de unos amigos presos en Batán.
La última vez que apareció en los medios fue en febrero de 2006, cuando le dijo al diario La Capital de Mar del Plata que su hermana, Alicia Di Tulio, deshonraba a la familia. Alicia había denunciado a su esposo Alberto de la Torre por su presunta participación en el asalto al Banco Río de Acasusso.
"Mi hermana es una mujer dañina, corrupta, maldita, y ahora también buchona", le espetó.

FINAL. Margarita Di Tullio murió el miércoles 30 de septiembre. Fue el final de tres meses de agonía, tras sufrir un accidente cardiovascular en San Juan. Murió de madrugada en una clínica de Mar del Plata y su cuerpo fue velado en la zona del puerto marplatense, su lugar en el mundo.
De su entierro participaron unas doscientas personas y la caravana que la acompañó hasta el cementerio privado lo hizo a puro bocinazos por las avenidas céntricas.
De la inhumación participaron algunas de sus chicas, sus tres hijos y su loro Lorenzo.
"Nos pidió que cuando esto pasara tomáramos un champancito", contó Gabriel, su hijo mayor, al periodista Guillermo Villareal.
Con sus hermanos Gustavo y Mauricio, el jueves Gabriel cumplió con el pedido.
Bebieron. Y luego vertieron un trago sobre la tumba de su madre.